martes, 24 de septiembre de 2013

Mudanzas y fletes - El recuento

1.     Izcalli
2.      Chula Vista
3.      Izcalli Cero
4.      Chula Vista (Temporada del terror)
5.      Hogares temporales I: La casa chica que se volvió grande
6.      Hogares temporales II: La casa de la hermana
7.      Progreso Industrial de Interés social
8.      La casa de muñecas
9.      Hogares temporales III: Casa del ranchero enamorado
10.   La casa de muñecas (Segunda temporada)
11.   El Tráfico: Balazos y algo más
12.   Hogares temporales IV: La casa Ruiz Millán
13.   Haciendas de Coyoacán
14.   Hogares temporales V: La Moctezuma
15.   Eje 8 y Cuauhtemoc
16.   Instituto Manuel Toussaint (Primera temporada)
17.   Tripoli y Gobernadores
18.   Instituto Manuel Toussain (Segunda Temporada)
19.   Plateros
20.   Hogares Temporales VI: Santa Fe
21.   Uvas
22.   El Reloj
23.   Corazón de Coyoacan
24.   San Pedro de los Pinos
25.   Torres Adalid
26.   Sánchez Azcona
27.   Hogares temporales VII: Playa Azul
28.   Hogares temporales VIII: Yokohama
29.   Hogares temporales IX: A la orilla del río de la Plata.
30.   Hogares temporales X: La ciudad de los jardines

31. BALBOA


Me falló por dos que no cuento, pero me gusta más el 31, porque al revés es 13 y eso sólo puede ser otra buena señal.


sábado, 21 de septiembre de 2013

M: La Predicadora

Bienaventurados sean aquellos que son escuchados al salir a la calle a gritar lo que sienten. Lo que pueden y quieren. A predicar, a hablar de sus dioses, a vender remedios para las reumas o discos pirata en el metro, porque ellos no serán condenados al averno del silencio.

Tal vez no tengan nada que decirte, tal vez no necesites lo que gritan, pero tal vez si.

¡Aleluya! Porque sólo cuando se demuestra miedo, se deja a la gente gritar sin ser arrestada. Mientras la gente grite de dolor, puede acabarse la garganta pidiendo, suplicando.

Puede ser desde un: “10 pesos, le vale, 10 pesos le cuesta”, hasta un “Maestro, aguanta, el pueblo se levanta”.

Que claman por piedad a los que nos tienen vendiéndonos y rentándonos ambulantemente para pagar una renta, un cuaderno de la escuela, unos zapatos, impuestos, gasolina, una orden de tacos de 3 por 10.

Y claro que gritar duele y cuando duele, uno grita. Y hay algo que le duele a los arrepentidos: El presidente.

Pero que no se oiga que se le grita al presidente.

¡Arrepiéntanse! O el infierno será puesto en tierra, a manos de policías que gritan sin gritar a golpes contra su propio pueblo: que también tienen hambre, que ellos también tienen que sobrevivir. Qué ellos también tienen miedo. Porque también les debe doler estar ahí, sin ser todo lo que querían ser por no gritar aún con el dolor expuesto. Por no ser escuchados.

Y es así como todos somos pecadores. Tendríamos que arrepentirnos de agredir a nuestro propio país, hasta cuando cruzas la calle, te mientan la madre con el claxon y se la mientas de regreso.

Porque nos han fabricado una caja llena de fantasías que sólo pueden pasar ahí: Televisa. Porque sólo ahí las jodidas se vuelven esposas de flamantes millonarios, mientras las jodidas sueñan por horas en esas inexistentes jodidas, en convertirse en ellas, sentadas frente a la televisión, 2, 3 ó 6 horas al día, en vez de salir a la calle y convertirse en estrellas.

Porque en una pantalla, cartelera o valla, te prometen volverte guapo, sano, delgado, feliz, siempre y cuando dediques las horas que no ves televisión en trabajar para todos aquellos que te hicieron esas promesas y gastes tu sueldo en comprar sus mentiras.
                                       
Mientras tanto, los que no sienten dolor, no escuchan el dolor. Los que realmente hacen su soberana voluntad, son los que ni siquiera tienen que gritar.  Simplemente arrasan con lo que esté en su camino para conseguir su paraíso. Se lo beben, se lo comen, lo absorben todo y se vuelven más fuertes.

También hay quienes no siente dolor, pero también gritan. Desafortunadamente son los menos, pues la creencia popular es que una cosa cancela a la otra. ¿Pero que hay de la creencia personal?

Bienaventurados sean los que crean en si mismos, porque entonces dejarán de sentir dolor y podrán creer lo que ellos quieran. Podrán creer en algo más.

Bienaventurados sean los que se crean capaces de gritar, porque no serán condenados al averno del silencio y del dolor.


viernes, 20 de septiembre de 2013

Mudanzas y fletes

Esta es la historia de un una morrita que decía llevar 33 mudanzas. El número bendito de la edad de Cristo. Por eso ella creía que la próxima era santa, porque por fin iba a hacer su santa voluntad.

Esta es la historia de una mexicana que decidió recapitular sus mudanzas, en un momento histórico importante en su país, que se ha mudado muchas más veces que ella y eso le da fuerza para empacar una vez más.

O es la historia de una hija de la vida, que tuvo que migrar por el vientre de su madre, de regreso, hasta encontrar su lugar.

También es la historia de una amante, una loca por el placer, que en cada mudanza dejó un corazón roto y un pedazo de su propio corazón hecho boronas, ambos destrozados a puros besos eternos.


Sin duda, la historia de una guerrera, que se reencontró con las raíces de su origen y decidió no defraudar a quién le dio el regalo del futuro.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Las bestias sagradas del sur.

Podría escribir miles letras, contándoles que me puedo echar un round con Pepe el Toro y en una de esas hasta lo ando sentando en un knock out. Pero eso es muy mexicano del que no me gusta.

Se me ha obsequiado una vida llena de regalos y lecciones importantes, de sobrevivencia, de poder, de magias, de fuerza y de coraje.


Digamos que no soy tan bella, pero imagínense Hushpuppy... imagínense qué mi padre hubiera podido defenderme como yo se que el hubiera querido, pero que al final, si me enseñó cómo, y que me sigue enseñando. Que mi madre hubiera sabido cómo abrir un huevo escupiendo la corcholata de una cerveza y que se hubiera creído realmente sentido tan bella, que no hubiera tenido que encender ninguna estufa.



Que se hubiera dado cuenta que cuando entraba a un cuarto, toda el agua empezaba a hervir.

Qué hubiera matado al cocodrilo, no al revés.


También seguramente me llevará un rato más explicar todas las cosas que estoy entendiendo, cómo que todos mis átomos son sistemas solares y dentro de ellos, hay mundos. Y que esos mundos son habitados a mi plena y soberana voluntad. Cómo todos los demás mundos. Los de ustedes.


Cada quién gobierna su cabeza, que es su planeta y sus galaxias. Cada uno usa mejor su cuerpo, su animal, que es el canal para conectar la carne, con lo divino.


También esto se lo escribo a mi hermano, que al igual que yo, es una bestia.



http://www.cuevana.tv/#!/peliculas/4905/beasts-of-the-southern-wild




Es lo mejor que puedo hacer para explicarme por ahora.




sábado, 14 de septiembre de 2013

Amor Viajero


Qué bonito es el amor viajero, porque no tiene condiciones. No tiene fronteras. Es difícil saber si realmente es de ahí o si viene de fuera pero llego para quedarse. Tal vez sólo esté de paso. Tal vez sólo tenga un cuento. Uno.

Y se acaba el cuento y sigue viajando. Pero ya te sabes una historia nueva. Un cuento más que contar de amores viajeros.

Es tan noble, que convive entre tanta gente y tantos momentos, que hasta la frontera del tiempo termina por convertirse en una línea delgada, por la cuál únicamente hay que deslizarse hasta el descanso. Hasta la sombra, hasta la noche.

Y es ahí cuando viene lo bonito del amor viajero, porque cualquier pedazo de tierra es bueno para hacerlo.

Es cuando reposa, que se arraiga y se planta, para también convertirse de ahí. Para dejar un poco de lo que trae y llevarse un poco de lo que pueda.

Entonces continúa.

Y parece que entonces toma otras formas, otras caras y otros colores, pero es fácil reconocerlo, porque está en casi todos lados, sólo que cuando viajas, tienes que estar atento, y cuando se está atento, el amor aparece en todos lados.

También hay veces que no cambia, simplemente se revela diferente; siguen siendo las mismas formas y caras, pero los colores son otros. Así pasa cuando se ama viajando. Y habrán veredas que sólo puedan ser recorridas una vez. Entonces ese amor viajero lleva un regalo y un premio.

Pero no para. Porque el amor viajero sea alimenta del camino; lo hace más sabio, más entero. Al menos cumple con la promesa de regalar a cada segundo algo nuevo y eso ya lo aleja un segundo del temor de no saber. Por eso el amor viajero no tiene miedo. Porque sabe que lo que viene, siempre tendrá algo bueno que mostrarle.

Y así se pone de acuerdo, entre almas y amaneceres. Cuando se viaja en bicicleta, al ritmo de las olas, al ritmo del amor. El amor viajero también puede tener ritmo.

La cadencia no esta en la piernas, nace en la cadera. De donde nace todo. También el amor viajero.




viernes, 13 de septiembre de 2013

Madre Tiempo

Yo hice un pacto con ella. No sabía bien cómo, pero lo hice, porque sabía que era su día.

Por un momento pensé que era casualidad que mi Facebook me hubiera revelado a primera hora, qué  celebraban ese día las culturas originarias. Ese mismo día estaba yo en Chetumal, Quintana Roo, concluyendo lo que para mi fue la experiencia más enriquecedora de mi vida hasta ese momento: Un recorrido por el Golfo Mexicano en bicicleta. El pretexto, fue unirme a la Ruta Chichimeca; pero como todo lo que vale la pena en la vida, el resultado superó el objetivo.

A muchos nos gusta creer en las casualidades porque se emplean como paliativos, para aquellos que no soportamos en ocasiones, el abrumador encuentro de frente con la fortuna.

Y sin embargo, por casualidad o fortuna, ahí estaba yo, después de 23 días de viaje, del otro lado del país:

“Jueves 1 de agosto, 2013
Chetumal, Quintana Roo

Con la izquierda recibo y con la derecha doy ¿O cómo era?

Quiero dejar de pensar en esto, porque tengo el monedero en la mano izquierda. Entonces decido poner las dos manos en el piso y dejar el monedero cerca, pero a un lado.

11:11

Perfecto. Estoy sola, Luis se fue al museo. Hoy me entero que es el día de la Madre Tiempo. Pachamama.

Con el corazón sobre la foto de mi madre en bicicleta, mis amuletos de la suerte entre los senos, abajo, donde hay un hueco justo al final del esternón, en el que caben perfectamente y mi buff de colores bajo mi cabeza, que de vez en vez se convierte en mariposa de colores, me acuesto sobre el suelo del hotel. Lo más cerca que puede, pues. Al menos, estaba en planta baja.

Antes de cerrar lo ojos, lo último que veo es mi muñeca izquierda, de guerrerita jaguar. De Insolente.

Entonces le hablé. Me gusta poco hablar sola en voz alta, prefiero el silencio que me permite decir más cosas de las que hablar. Además, siento desperdicio de saliva.

A la hora en que las puertas se abren, para escuchar más y mejor lo que no se dice”

Le prometí, le agradecí, le pedí. Le supliqué que me dejara cumplir mis promesas.

Y desde el momento uno, sentí la fuerza como un obsequio presente, en cada momento y cada lugar.

Busqué un rincón, dónde depositar mis promesas, cómo un devolver, cómo un acto de fe… y lo encontré. Resultó ser un islote a las orillas de la ciudad, dónde termina un reinado y comienza otro: el del mar, el de la cadencia y la constancia de la ola. Ahí, dónde se erguía una construcción inerte y abandonada, la que pienso, tal vez estaba destinada a ser un centro de convenciones o tal vez un centro comercial; fui por la tarde, antes de partir. Antes de tomar un vuelo al inicio del verdadero arranque.

En una olla de barro, enterré todo mi pasado, para que se degrade; todos mis anhelos para que se arraiguen y mis batallas para que florezcan.  Ahí, a la orilla del mar de Chetumal.

Desde ese día, llevo conmigo una liga roja en mi pierna derecha, porque es su color y el mío.


Las respuestas, empezaron a florecer de inmediato. La madre nunca abandona.