miércoles, 30 de abril de 2014

Renuncio

Lo más fácil, hubiera sido quedarme detrás de ese escritorio, sintiendo que me estaba traicionando cada que se festejaba con un toque de campana haber cumplido con el objetivo de unidades vendidas. Eso hubiera sido lo más fácil. Seguro social, seguro de gastos médicos, fondo de ahorro, aguinaldo, vacaciones pagadas, con suerte una vez al año, utilidades…

“¿Qué vas a hacer?”

Me preguntaban una y otra vez. Todos me veían con una cara de incredulidad, que ni mi mamá cuando me fui de pinta. 

“Me voy a la playa”

Había quien se reía y también quien ponía cara de asombro, de desaprobación, de envidia, de agotamiento, de disgusto. Pero atrás de todas las muecas posibles, yo veía un deseo absoluto por echarse a correr detrás de mi.

Después de haber firmado mi renuncia, caminé por los pasillos del piso de Recursos Humanos, como si trajera la Copa Confederaciones en las manos. Como si trajera un cheque por un millón de millones de dólares. Recuerdo perfecto la sensación en el estomago al ver ese papel finalmente en mis manos. Lo había pensado de mil formas, obviamente nunca como realmente pasó, pero mi sonrisa era más amplia que cualquier bahía oaxaqueña.

Y me fui de ahí un día como hoy, a echarme todas las cervezas que me cupieron y a reírme del día del trabajo, porque ese año, cayó en sábado.

Lo más fácil hubiera sido regresar. Nadie dijo que sería fácil.